El Desarrollo del pensamiento de Darwin
Entre Herejía y Superstición*[1]
Belisario Ciro Montoya
Muchos descubrimientos científicos han iniciado como herejías y han terminado como superstición. Es el caso también de El origen de las especies de Darwin, que ha partido hallando la oposición de prejuicios y mordaces ataques arribando hoy a una aceptación casi ciega y acrítica. Darwin, en efecto, no descubrió una teoría nueva (ya propuesta por Anaximandro de Mileto VII-VI siglo a.C, Buffon, Lamarck, Erasmus...), sin embargo propuso los mecanismos por los cuales se verificaba dicha evolución: a través de una selección natural de carácter gradual y por mutaciones causales. Pero nuestro problema es el siguiente: ¿es la teoría sintética de la evolución (o el llamado neodarwinismo), suficientemente documentada y comprobada en sus presupuestos de ser considerada y divulgada como un hecho científico?
La “evolución”, en efecto, es aceptada y enseñada casi como un dogma en muchos entes educativos del mundo entero, pero desafortunadamente en ninguno viene desarrollada en manera amplia la parte contestataria sobre los mecanismos y las premisas que presupone la teoría de la evolución, siendo negada a los estudiantes la posibilidad de crítica. Existe un uso viciado del lenguaje que la presenta como un hecho científicamente demostrado y verificado en su totalidad, cosa que efectivamente no es verdad. El lenguaje impreciso y rarificado que se utiliza en su presentación, induce a los estudiantes a considerar como verdaderos unos postulados científicos que en realidad están privados todavía de la adecuada comprobación que requiere la rigurosidad de la ciencia.
Los grandes principios de la “teoría de la evolución” darwiniana deben venir, por tanto, revisados a la luz del lenguaje y los conceptos que los descubrimientos actuales de biología molecular, de microbiología, de la genética y de los grandes avances que en taxonomía se han dado a luz. De otro modo caerá en un tipo de reduccionismo dogmatico de la ciencia, forzado por una forma de neosíntesis, que pretende encontrar en el « DNA » la explicación y la regla o medida válida para toda la naturaleza.
En conclusión, no debe olvidarse el aspecto esencialmente especulativo de la ciencia, a la cual no compete mantener entre sus postulados unas certezas (dogma), sino un uso constante de la observación y de la razón, teniendo conciencia de lo provisionales o abiertos que son de por sí todos los resultados alcanzados. La ciencia « comete suicidio » justamente cuando adopta o se encierra en un credo.